Un niño se pone a llorar cuando le niegan algo. Un torrente de lágrimas corre por sus mejillas. Como alguien poseído de convulsiones nerviosas, zapatea en el piso y tira a un lado todo lo que encuentra en su camino, chillando todo el rato.
La afligida madre trata primero de calmar al niño; suave y bondadosamente le intenta explicar el porqué de su negativa varias veces. Pero la amabilidad y consideración de la madre sólo sirven para intensificar sus aullidos. Finalmente el niño saca de quicio a su madre y el asunto termina rápidamente, cuando ella le grita y lo castiga.
Entorno a los dos años, nuestros hijos transitan una de las etapas más difíciles de sobrellevar para los padres: la etapa de los berrinches. En ella, nos sorprende ver cómo nuestro hijo experimenta cambios de humor tan bruscos, muestra tanta rebeldía y tiene reacciones tan violentas. Nos preguntamos por qué nuestro dulce niño, el mismo angelito que hace unos era tan dulce y alegre, se ha convertido en un niño terrible. Sus repetidas rabietas , aparte de sernos bochornosas (sobre todo en público), pueden dejarnos sin saber cómo reaccionar y controlar la situación.
Si bien los berrinches están presentes en los niños de todas las edades, la edad más común es entre los dos y tres años. Lo que ocurre es que a esta edad los niños pasan por una etapa de desarrollo muy especial que es conocida como la primera etapa de la individualidad. En ella, e l niño empieza a manifestar su autonomía e independencia, intenta hacer valer sus deseos y quiere hacer todo a su modo (no según el modo determinado por los padres). Y la forma que encuentra para hacerlo es a través de las rabietas.
Así, los berrinches no suceden porque los niños son testarudos y desobedientes. Ocurren simplemente porque los niños no han aprendido una manera alternativa adecuada para expresar sus emociones y hacer valer su opinión (“los niños no nacen sabiendo”).
Los berrinches son signos positivos y expresivos de una personalidad en formación. Al contrario, si un niño a esta edad no da ninguna señal de oposición (no protesta, obedece siempre, entrega sus juguetes con demasiada facilidad, no se defiende cuando le sacan o le niegan algo) puede ser un signo de preocupación en cuanto dificultad en la expresión de sus emociones y deseos.
Los berrinches disminuyen hacia los 4 años, y a los 5 casi todos los niños son menos caprichosos. Pero los padres han que actuar de forma adecuada para que las rabietas vayan desapareciendo: es tarea de los padres enseñarle a sus hijos a expresar sus deseos y emociones de manera apropiada y respetando a los demás. El niño debe aprender que el berrinche es una conducta inadecuada que no le va a servir para conseguir lo que quiere, y que es más adecuado hablar y razonar.
Los padres pueden emplear diversas estrategias para afrontar los berrinches. A continuación se señalan de manera resumida algunas técnicas, aclarando que las mismas sólo son efectivas si se aplican dentro de un contexto más amplio de comprensión por parte de los padres. No es recomendable seguirlas sin un análisis más detallado y sistematizado. Ello es abordado en profundidad en las clases de la Escuela para Padres y Madres, con el apoyo de material visual (video) de cómo aplicarlo.
¿Qué hacer?
¿Qué no hacer?
Las experiencias terapéuticas del Sr. Philippe Aricré. Un Comics de Psicología.
Ariel Creciente
¿Cuándo acudir a un profesional?
Cuando percibas en tu hijo/a los siguientes comportamientos:
Ps. Melina Villalonga
Matrícula 4027
Terapeuta Familiar
Educadora Sexual
Julio 2010