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Trastorno Histriónico de la Personalidad (THP)
 

Los antecedentes del Trastorno Histriónico de la Personalidad (THP) se remontan a finales del siglo IXX e inicio del siglo XX en los relatos sobre la histeria de Pierre Janet y Sigmund Freud. Posteriormente los psicoanalistas constataron que los síntomas histéricos se asociaban muchas veces a un grupo particular de “rasgos del carácter”, lo que condujo a postular un tipo histérico de trastorno de la personalidad en el DSM-II (“personalidad histérica”).

El término “histérico” se sustituyó en el DSM-III de 1980 por el de “histriónico”, en un intento por buscar un término teóricamente más neutro y más en sintonía con la tradición descriptiva de la psicopatología. Así, la etiqueta “histriónico” sitúa el énfasis en las características observables de inestabilidad emocional y búsqueda de atención.

Las modificaciones del DSM-IV ayudaron a distinguir esta categoría de otras y la ubicaron dentro del conjunto de los trastornos de la personalidad menos graves, que pueden ser conceptuados como variantes desadaptadas de los rasgos de personalidad normal. Esta concepción fue adoptada por algunos clínicos al sugerir que el THP representa la caricatura o el estereotipo más extremos de la feminidad (en su sentido más arcaico y occidental): el individuo es vanidoso, superficial, afectado, inmaduro, excesivamente dependiente y egoísta.

En el DSM-IV, el THP se encuentra incluido en el Grupo B, junto con los Trastornos de la Personalidad Antisocial, Límite y Narcisista. La inestabilidad emocional extrema y las dificultades para controlar los impulsos serían los elementos comunes al grupo.

La sintomatología del THP implica, principalmente, una emocionalidad y una búsqueda de atención desmesuradas que se expresa en la incomodidad que experimenta el sujeto en las situaciones en las que no es el centro de atención de los demás.

 

Características del prototipo histriónico
 

Comportamiento observable: expresivamente dramáticos

Como el rótulo diagnóstico lo siguiere, la indicación más fuerte de una persona con THP es una presentación de sí mismo abiertamente dramática, teatral o histriónica y la tendencia a llamar la atención.

Presentan una exagerada expresión emocional, por ejemplo, cuando siente afecto, no vacila en exteriorizarlo efusivamente, abraza efusivamente a personas que conoce poco… Asimismo, tiende a teatralizar el modo como comunica su sensación de frustración o desesperación: llora de modo incontrolable por cuestiones afectivas poco importantes; tiene estallidos de mal genio, rabietas, llantos... Para los histriónicos el mundo es un escenario y la emoción impregna todas sus acciones.

Estas personas suelen impresionar a la gente al principio debido a la facilidad con la que expresan sus pensamientos y sentimientos, mediante su talento para el drama y su capacidad para llamar la atención sobre sí mismo.

Estos talentos exhibicionistas y expresivos se manifiestan, sin embargo, mediante una serie de afectos rápidamente cambiantes, de corta duración y superficiales. Las emociones parecen simuladas.

Buscan la novedad, la estimulación y la excitación, y tienen tendencia a aburrirse con su rutina habitual. Si bien es frecuente que empiecen un trabajo o hagan proyectos con mucho entusiasmo, su interés se desvanece rápidamente. Pueden descuidar las relaciones a largo plazo para dedicarse a la excitación de las nuevas relaciones. Suelen ser poco tolerantes o sentirse frustrados en las situaciones en las que se retrasa la gratificación, y sus actos suelen estar dirigidos a obtener una gratificación inmediata.

Por otro lado, los histriónicos tienen una forma de hablar impresionista, subjetiva y carente de matices/detalles. Su lenguaje suele ser intenso y dramático, con una gran cantidad de exageraciones. Tienden a emplear frases fuertes y sorprendentes al mismo tiempo, pero después el clínico descubre que los argumentos subyacentes suelen ser vagos y difusos y no se apoyan en hechos ni pormenores. Por ejemplo, un sujeto con THP puede comentar que tal persona es un “excelente y maravilloso” ser humano, aunque es incapaz de proporcionar ningún ejemplo específico de alguna buena cualidad para apoyar esta afirmación.

La expresión comportamental puede estar influida por las estereotipias en el rol sexual. Por ejemplo, un varón con este trastorno puede vestirse y comportarse de una forma que suele identificarse como “a lo macho” y puede tratar de ser el centro de atención alardeando de sus capacidades atléticas, en tanto que una mujer, por ejemplo, puede escoger ropas muy femeninas y hablar sobre lo mucho que ha impresionado a su profesor de danza. También suelen vestir de un modo que atrae la atención, con colores brillantes, estilos sorprendentes y provocativos, y un exceso de cosméticos y de tinte para el cabello

Bajo este cuadro superficial solemos ver una cualidad vigorosa, una necesidad consumidora de aprobación, una lucha desesperada por sobresalir y suscitar afecto o atraer la atención a toda costa. Pese a las frecuentes recompensas que estos comportamientos generan, se originan de necesidades que son patológicamente inflexibles, repetitivas y persistentes.

 

Concepción de sí mismos: sociable

Las personalidades histriónicas se ven a sí mismas como gente sociable y amigable. Se consideran estimulantes y encantadores, agradables a los demás y muy hábiles para crear un estilo de vida excitante e interesante. Valoran la capacidad para atraer a desconocidos, en particular mediante el aspecto físico y la creación de un contexto de ocupación y de orientación al placer.

Los comportamientos sociables de este tipo de personalidad dan al individuo una apariencia de independencia respecto de los demás, pero por debajo de este disfraz subyacen el temor a la autonomía y una interna necesidad de indicadores de aprobación y atención sociales.

Las personalidades histriónicas operan a partir de la premisa básica de que son incapaces de manejar muchas demandas vitales y necesitan a alguien verdaderamente competente y poderoso que lo haga por ellos. En la cara oculta su mayor temor es que nadie les cuide o les quiera.

En el histriónico hay una frustración amorosa temprana, que fue asociada a una pérdida de apoyo en su propia experiencia de valoración personal, él está fuera más que dentro, y para confirmar su propio valor hace una derivación hacia la necesidad de amor, hacia la necesidad de sentirse especial mediante el amor del otro. Su propio sentido de valía depende del juicio de los demás; no hay razón para explorar su Sí mismo interno, ya que ellos solos no pueden lograr su valor personal o proporcionarse aceptación o aprobación.

Debido a que consideran que los demás tienen la llave para sobrevivir en el mundo, los histriónicos tienden también a mantener la creencia básica de que es necesario que alguien les quiera, hagan lo que hagan. Esto genera un profundo temor al rechazo. Incluso el simple hecho de albergar la idea del posible rechazo les resulta extremadamente amenazador, porque esto les recuerda su débil posición en el mundo. Cualquier indicio de rechazo es devastador, aunque la persona que rechaza no sea verdaderamente importante para él. Al sentirse básicamente inadecuados y desesperados por recibir aprobación como su única salvación, las personas con THP no pueden relajarse y dejar al azar la obtención de aprobación. En vez de esto, se sienten constantemente presionados en la búsqueda de la atención en las maneras que han aprendido para conseguirlas, sintiéndose despreciados cuando no son el centro de atención.

Muchos carecen de introspección, con lo que no pueden reconocer o admitir sus profundas inseguridades, su desesperada necesidad de llamar la atención y de gustar. Desconectando su propio yo verdadero de la cara teatral que presentan a los demás, pueden distraerse lo suficiente de manera que evitan reflejar e integrar su vacío interno o los pensamientos y emociones dolorosos que podrían hacerse concientes.

 

Estrategia: exhibición

El principal objetivo es asegurarse las atenciones y aprobación de los demás, un medio de evitar el desinterés y el abandono. Y para conseguir este propósito recurren a diversas tácticas para elicitar una respuesta favorable.

 

Busca la aprobación, estima y agradar a los demás

Las personalidades histriónicas llegan a la conclusión de que, ya que son incapaces de cuidar de sí mismos, necesitan encontrar la manera de que los otros les cuiden. Por eso buscan atención y aprobación de manera activa, con el fin de asegurarse de que sus necesidades sean suficientemente satisfechas por los otros.

A diferencia de las personas con un Trastorno de la Personalidad Dependiente, buscan activamente la atención de los demás por medio de una conducta espectacular y llamativa. Desean abiertamente ser físicamente atractivos, suelen ser manifiestamente seductores, y se sienten más cómodos cuando ocupan el entro de atención.

Inician numerosas maniobras interpersonales para asegurar la atención y la aprobación de los otros:

  • Son el “alma de la fiesta”, divertidos;
  • La interacción con los demás suele estar caracterizada por un comportamiento sexualmente seductor. Es decir, el aspecto y el comportamiento de los individuos con este trastorno suelen ser inapropiadamente provocadores y seductores desde el punto de vista sexual. Este comportamiento está dirigido no sólo a las personas por las que el sujeto tiene un interés sexual o romántico, sino que se da en una gran variedad de relaciones sociales, laborales y profesionales, más allá de lo que sería adecuado para ese contexto social.
  • “Cuidan” y se preocupan desmesuradamente por los demás. Sin embargo, estos comportamientos no son altruistas, sino un medio para solicitar y asegurar la aprobación y la estima recíprocas. Es la actitud de modificación activa que adopta el histriónico para asegurar una aportación continua de admiración y satisfacción la que distingue su estilo de comportamiento. Si este apoyo de gratificación recíproca no continúa, el histriónico cambiará rápidamente el compañero “defectivo”, volviendo a localizar, sin muchos problemas, a otro que satisfaga sus necesidades.

 

En suma, los histriónicos emplean diversas estrategias de “exhibición” para atraer a las personas y satisfacer sus deseos de apoyo e intimidad. Presentan un abaja tolerancia a la frustración y cuando la estrategia de impresionar o divertir fracasa, hacen un franco despliegue “teatral”: recurren a los llantos, gritos, comportamientos agresivos y gestos suicidas para conseguir lo que quieren o “castigar” al ofensor. Los intentos de suicidio pueden ser serios y potencialmente fatales, aunque respondan a impulsos del momento.

 

Como vemos, la personalidad dependiente y la histriónica comparten importantes rasgos. Ambas recurren a los otros en busca de protección y gratificaciones. Bajo la afabilidad que les caracteriza descansa una intensa necesidad de atención y afecto. Requieren una constante aprobación y aceptación, son vulnerables a los estados de ánimo y actitudes de aquellos de quienes dependen, y suelen experimentar indefensión ante del desinterés por parte de los demás o cuando se ven a amenazadas con el abandono.

Las personalidades dependientes, que, además de buscar seguridad apoyándose en los otros, se vuelcan pasivamente en ellos con la esperanza de que sean lo suficientemente amables como para proporcionarles aprobación y afecto, además de cuidados. Esta búsqueda pasiva de guía y tutela contrasta claramente con el estilo más activo y manipulativo de la personalidad histriónica. No es que los histriónicos dependan menos de la atención y el afecto de los demás, sino que, a diferencia de los dependientes, toman la iniciativa para asegurarse de recibir estos refuerzos. En vez de dejar su suerte en manos de los otros, de manera que su necesidad de aprobación siempre esté en peligro, las personalidades histriónicas hacen una demanda activa del interés de los otros a través de una serie de trucos de seducción que seguramente les permitirán obtener la atención e interés que necesitan.

Esta exagerada “direccionalidad hacia los otros”, puesta al servicio de la aprobación, genera, sin embargo, un estilo de vida caracterizado por un patrón variable e inconstante de comportamientos y emociones. A diferencia de las personalidades dependientes, que se fijan normalmente en un único objeto, el individuo histriónico suele carecer de fidelidad y lealtad. La insatisfacción con los vínculos únicos, en combinación con la constante necesidad de volver a conseguir estimulación y atención, da como resultado un patrón seductor, espectacular y caprichoso de relaciones personales.

 

Vigilancia externa

Las personalidades histriónicas operan a partir de la premisa básica de que son incapaces de manejar muchas demandas vitales y necesitan a alguien verdaderamente competente y poderoso que lo haga por ellos. Al tratar de asegurarse de que alguien con estos atributos desea cuidar de ellos, consumen su energía emocional y mental en prestar atención a los demás. Deben mantener una vigilancia estrecha del “rescatador”, de manera que al mínimo indicio de posible desagrado o rechazo puedan apaciguar al otro significativo y asegurar así la supervivencia. Además, el rescatador deben estar lo bastante encantado e impresionado para aportar una dosis generosa de recompensas, incluyendo los elogios y la admiración, sin lo cuales los histriónicos se vuelven ansiosos o se deprimen. De este modo, desarrolla una gran sensibilidad para captar estados de ánimo y pensamientos de aquellos a los que desea impresionar, un estado de alerta que les permite determinar rápidamente que es lo que los demás desean.

Estos esfuerzos, aunque son naturales para los histriónicos, son suficientemente exigentes como para que les queden pocos recursos para examinar su propio estado interno: el histriónico tiene un sentido difuso de sí mismo.

Al centrar la atención hacia el exterior los histriónicos dejan de atender al mundo interno. Esta división de la atención puede ser problemática, porque el estar siempre alerta a los deseos y estados de ánimo de los demás, suele privarles de una identidad independiente de los demás. Se ven a sí mismos en relación con otros (no basado en características y logros propios). No saben cómo definirse sin hacer referencia a los demás. Han perdido de vista lo que realmente quieren. La falta de una identidad personal deja a los histriónicos abiertos a la desesperanza cuando están solos.

Se genera un círculo vicioso: Carecen de una identidad nuclear independiente de los demás, buscando la alimentación constante en el afuera para llenar su vacío. Al preocuparse únicamente de lo externo, el mundo intrapsíquico siempre se mantiene empobrecido.

 

Melina Villalonga
Psicóloga | Matrícula 2027
Directora de AREAP
Terapeuta cognitivo
Sexóloga y Educadora Sexual
Docente del seminario “Psicoterapia Cognitiva” en la Facultad de psicología (UNR)
melinavillalonga@hotmail.com

Julio de 2013

 

Bibliografía

Aaron T. Beck, Arthur Freeman & otros. Terapia cognitiva de los trastornos de personalidad. Ediciones Paidós Ibérica, S.A., 2005

Millon, Theodore & Davis, Roger D. Trastornos de la personalidad. Más allá del DSM-IV. Primera edición 1998. Reimpresiones 1999 (2), 2000, 2003, 2004. Barcelona: Editorial Masson.

Amparo Belloch & Héctor Fernández Álvarez – Trastornos de la personalidad. Editorial Síntesis S.A., 2002

American Psichiatric Association. Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales IV.