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Trastorno Narcisista de la Personalidad (TNP)
 

El término “narcisismo” proviene de la mitología griega: Narciso era un joven muy bello que un día, al ver su imagen reflejada en el agua, se enamoró tan perdidamente de ella que fue incapaz de moverse del lugar por temor a que la imagen se desvaneciera. Su destino fue consumirse en un deseo imposible de satisfacer, y transformarse en la flor que lleva su nombre.

La persona narcisista vive únicamente pensando en ella, cree que está por encima de los demás y que todo el mundo debe admirarle, complacerle y considerarle superior. Cuando esto no sucede, se vuelve soberbio y cree que es por envidia, se aísla de esas personas que no le rinden homenaje pensando que forman una conspiración contra él.

Sus características principales son:

  • Sentimiento de grandeza: Sobrevaloran su valía personal. Viven con la creencia que han de recibir por derecho propio consideraciones especiales.
  • Necesidad de admiración: Esperan que los otros no sólo lo reconozcan, sino que atiendan a la estima en que se apoyan.
  • Falta de empatía: falta de creencias acerca de la importancia de los sentimientos de las otras personas. Su comportamiento se ve afectado por déficit de cooperación e interacción social recíproca, desconsideración, así como por demandas y autoindulgencia excesivas, y en ocasiones por comportamientos agresivos (explotación pasiva de los demás).

 

En el DSM-IV, el Trastorno Narcisista de la Personalidad (TNP) se encuentra incluido en el Grupo B, junto con los Trastornos de la Personalidad Antisocial, Límite e Histriónico. La inestabilidad emocional extrema y las dificultades para controlar los impulsos serían los elementos comunes al grupo.

 

Características del prototipo narcisista
 

Concepción de sí mismos: superior

A nivel manifiesto, las personalidades narcisistas presentan un sentido grandioso de autoimportancia. Se consideran personas especiales y únicas, casi príncipes o princesas. Se atribuyen un status especial, por encima de la masa de las personas corrientes. A su juicio son superiores y tienen derecho a una gran admiración por parte de los demás, a favores especiales y a un tratamiento inusual; están por encima de las reglas que rigen a las otras personas. Esta visión de su valía está tan firmemente anclada en sus mentes, que rara vez cuestionan su validez.

Si bien consideran que las otras personas son inferiores, esta idea no tiene el mismo sentido que en las personalidades antisociales. Simplemente se consideran prestigiosas y sobre el promedio; los otros serían sus vasallos o partidarios. Procuran obtener la admiración de los demás, sobre todo como prueba de su propia grandiosidad y para preservar su status superior. Cualquiera que les falte el respeto es contemplado con desprecio y desdén.

En definitiva, los narcisistas se consideran superiores, únicas, especiales y esperan que los demás les traten en consonancia con su situación. Esto les lleva a:

  • pensar que sólo pueden relacionarse o ser comprendidos por personas de su mismo estatus o valía,
  • esperar ser admirado; reconocido como superior/talentoso, aunque sus logros no sean propocionales,
  • presentar expectativas irrazonables de recibir un trato de favor especial o de que se cumplan automáticamente sus deseos.

Lo dicho hasta el momento se refiere al nivel manifiesto de la autoimagen narcisista. Prestando atención a un nivel más profundo, varios autores postulan que debajo de esta fachada defensiva se encuentra baja autoestima, un estado de vacío y rabia en el que predomina la envidia. Lo que hacen, entonces, los narcisistas es crear un ego grandioso para paliar la sensación de poca valía que tienen. Son personas que aparentan tener una tranquilidad e indiferencia hacia los demás cuando en realidad es todo lo contrario. Necesitan de la aprobación de los demás y de su consideración. porque en el fondo son personas con una inseguridad muy alta. De este modo, presentan, en realidad, una autoestima frágil, con continua valoración sobre cómo hacen de bien las cosas y lo que pensarán los demás, con búsqueda continua de cumplidos. Padecen una gran ansiedad a que en cualquier momento los demás se den cuenta de sus debilidades.

Estas personas se centran en el modo como son evaluados por otros, a menudo sin prestar atención a la evaluación en sí misma. Se dedican mucho a “leer los pensamientos” y a solicitar confirmaciones indirectas de las opiniones positivas. La vulnerabilidad de la autoestima hace al sujeto muy sensible al “ultraje” de la crítica o la frustración. Aunque tal vez no lo demuestren abiertamente, las críticas pueden obsesionar a estos sujetos y hacer que se sientan humillados, degradados, hundidos y vacíos.

 

Estrategia: autoexaltación

Las estrategias principales consisten en hacer cuanto se pueda por reforzar el propio status superior. El objetivo es evitar las amenazas a su perfecta imagen personal, tratando constantemente de insistir en su superioridad y en demostrarla. El narcisista busca gloria, riqueza, posición, poder y prestigio para reforzar continuamente su imagen “superior”. La palabra clave de los narcisistas es “autoexaltación”: hacen ostentaciones de su poder y luchan por destacar y ser más influyentes, más fuertes, más atractivos, más ricos y más importantes que los demás.

Al mismo tiempo, sobrevaloran sus logros y capacidades, es decir, exageran sus conocimientos, habilidades y cualidades, con lo que frecuentemente dan la impresión de ser jactanciosos y presuntuosos.  Es frecuente que de forma implícita en la exageración de sus logros se dé una minimización de sus fracasos y/o una devaluación de la contribución de los demás. Para lograr este objetivo de exaltación pueden recurrir a la mentira o invención.

Ambiciosos insaciables, están obsesionados por fantasías de éxitos (poder, brillantez…) y por la envidia de aquellos que han tenido más éxito. Pueden entregarse a rumiaciones sobre la admiración y los privilegios que “hace tiempo que les deben”.

Tienden a ser altamente competitivos con quienes pretenden un status igualmente alto. Buscan la confirmación de su importancia esperando halagos y admiración. Recurren a estrategias manipuladoras para lograr sus fines.

Puesto que se consideran por encima de las reglas que rigen al resto de la humanidad, para ellos “es lícito todo y cualquier cosa”. A diferencia de la personalidad antisocial, no tienen una concepción cínica de las reglas de la conducta humana; simplemente se consideran exceptuados. Se ven como parte de la sociedad, pero en el estrato más alto.

Asimismo, distorsionan la realidad de varias maneras:

  • Exageran las debilidades de los demás y subrayan las propias virtudes y méritos. Se publicitan y alardean.
  • Cuando reciben críticas, la visión ajena es siempre incorrecta.
  • Cuando fracasa, los demás son responsables de sus fracasos

 

Comportamiento observable: de seguros a arrogantes

Es bastante frecuente que se comporten de forma grandiosa y con una gran confianza, lo que no suele ir acompañado de logros significativos. Aunque esperan ser considerados personas de mérito, la mayoría de ellos son vistos por los demás como individuos egocéntricos, desconsiderados y arrogantes. En otros, la convicción de superioridad está oculta tras una apariencia de humildad y/o despreocupación, lo que pueden suscitar admiración.

Presentan un aspecto muy atractivo o cuidado, que resulta de una constante atención al peinado, la ropa y el estado físico. El narcisista revela esa preocupación excesiva en numerosas pequeñas conductas verbales y no verbales, como por ejemplo alisarse con frecuencia la ropa, quitarle pelusas, ajustar y controlar detalles de su aspecto.

Soportan mal el envejecer, debido al deterioro de algunos atributos (físico, belleza, etc.) y el que su carrera sufra declives.

Suelen sentirse muy cómodos hablando de sí mismos, a veces hasta un extremo de obvia autoexaltación, con frecuentes referencias a talentos, logros, conexiones o posesiones materiales. Quizá haga hincapié en su alta posición, su apellido notable o su status de celebridad, por los que espera una consideración especial. También son típicos del narcisismo la pretensión de estar siempre en lo justo ante las dificultades, y la tendencia a quejarse de los defectos de los demás.

A nivel laboral, el narcisista trabaja por el estatus y reconocimiento personal (fines egocéntricos). Dicha meta motiva a los narcisistas mucho más que el valor social de la tarea que realizan, su aporte a la seguridad de la familia, o el simple placer y disfrute del trabajo en sí.

Puede entregarse al perfeccionismo y creer que los demás no pueden hacer bien las cosas. En contraste con la autocrítica que acompaña a los que presentan trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad, los sujetos con TNP son más propensos a creer que han alcanzado la perfección. No es que sean los mejores en su trabajo sino que se consideran los mejores, incluso por encima de sus superiores o de sus profesores en el caso de los estudiantes.

Aunque la ambición y la confianza en ocasiones dan lugar a logros importantes, el rendimiento puede estar trastornado por la intolerancia a las críticas y las frustraciones ya que el miedo al fracaso y/o a recibir críticas, les conduce a no asumir riesgos y a retraerse, lo que trae como consecuencia un estancamiento en su desarrollo e incluso un rendimiento inferior a lo esperable según sus capacidades. Asimismo, su narcisismo puede perjudicarles debido a que es posible que no se molesten en mejorar y aprender cosas nuevas porque piensan que ya lo saben todo.

Por lo demás, en su empleo, el narcisista viola de diversos modos los límites de la autoridad. Quizá tome decisiones que no le corresponden a él, o les falte el respeto a sus superiores. Por lo general no le gustan las posiciones subordinadas, en las que se siente agraviado. Cuando tiene autoridad, usa el poder para explotar a sus subalternos. Una posibilidad es el acoso sexual. Otro ejemplo es el del agente de bolsa que vende y compra para generar comisiones, sin importarle que el cliente gane o pierda dinero con operaciones injustificadas. Hay ejemplos públicos: las figuras políticas que se comportan como si su autoridad las exceptuara de las normas de conducta generalmente aceptadas. Muchos ejemplos pueden ilustrar la conducta explotadora que refleja la creencia narcisista de que “lo único que importa es conseguir lo que quiero o lo que yo pienso que está bien”.

 

Comportamiento interpersonal: explotador 

Las personas con TNP se consideran superiores, únicas, especiales y esperan que los demás les traten en consonancia con su situación. Esto les lleva, por ejemplo, a pensar que sólo pueden relacionarse o ser comprendidos por personas de su mismo estatus o valía. Asimismo, esperan recibir un trato especial o de que se cumplan automáticamente sus deseos.

Desprecia a los que rechazan su imagen superior y a quienes no se ajustan a sus preferencias o conveniencias. Pueden enfurecerse o aparentar indiferencia.

Se sienten por encima de las normas de comportamiento social. Carecen de empatía y tienen dificultades para reconocer los deseos, las experiencias subjetivas y los sentimientos de los demás. Pueden asumir que los otros están totalmente interesados en su bienestar. Tienden a hablar de sus propios intereses con una extensión y un detalle inadecuados, en tanto que no consiguen darse cuenta de que los demás tienen sentimientos y necesidades. A menudo son desdeñosos e impacientes con los demás cuando éstos se refieren a sus propios problemas y preocupaciones. Estos individuos pueden ser ajenos al daño que pueden hacer sus comentarios (p. ej., explicar con gran alegría a un antiguo amante que “ahora tengo una relación para toda la vida” o presumir de salud delante de alguien que se encuentra enfermo). Cuando se reconocen las necesidades, los deseos o los sentimientos de los demás, es probable que sean vistos con menosprecio como signos de debilidad o vulnerabilidad. Quienes se relacionan con sujetos con un TNP es típico que lleguen a una frialdad emocional y una falta de interés recíproco.

La característica pretenciosidad, combinada con la falta de sensibilidad para los deseos y necesidades de los demás, puede acarrear la explotación consciente o inconsciente del prójimo. Asumen que los demás renunciarán a sus deseos en favor de su bienestar y operan sobre la presunción fantástica de que el mero deseo de cualquier cosa justifica por sí mismo su posesión. Esperan que se les dé todo lo que deseen o crean necesitar, sin importarles lo que les pueda representar a los demás. Por ejemplo, estos sujetos pueden esperar una gran dedicación por parte de los demás y pueden hacerles trabajar en exceso sin tener en cuenta el impacto que esto pueda tener en sus vidas. Explotan pasivamente a los demás para lograr sus fines: sacan provecho de los demás para alcanzar sus propias metas. Las relaciones son herramientas; usan a los demás. El estilo interpersonal narcisista necesita que la buena fortuna le asista sin reciprocidad.

El egocentrismo explotador del narcisista no consiste en la engañosa, desleal y premeditada explotación del antisocial. En vez de planificar activamente, la arrogancia y el clasista sentido de la superioridad de los narcisistas les llevan a creer que los otros les deben algo, resultando sus convicciones egocéntricas de genuino merecimiento en la explotación de los demás. Esta explotación del otro no es engañosa ni premeditada. “Es lo que les corresponde por ser superiores”; “Lo merecen”.

Puesto que estos individuos creen merecer todo lo que deseen y han conseguido que los otros les proporcionen un bienestar que no se han ganado, tienen poco motivos para variar su habitual comportamiento presuntuoso y explotador.

 

Estilo cognitivo: expansivo 

La mayoría de los narcisistas muestran una imaginación desenfrenada y parecen estar absortos en fantasías inmaduras y autoglorificantes de éxito, belleza o amor. Aunque no llegan a tener ideas delirantes, se ajustan mínimamente a la realidad. También se conceden licencias en cuanto a los hechos, colorándolos e incluso mintiendo para mantener sus ilusiones sobre su propia valía.

Por ello, los narcisistas son cognitivamente expansivos. Ponen pocos límites tanto a sus fantasías como a sus racionalizaciones y dan rienda suelta a su imaginación al margen de la realidad o de los puntos de vista ajenos. Tienden a exagerar sus capacidades, a transformar los fracasos en éxitos y a construir largos e intrincados razonamientos que sobrevaloran su valía o justifican que lo que sienten es lo conveniente, despreciando rápidamente a cualquiera que se resista a aceptar o realzar su autoimagen.

 

Mecanismos de defensa: racionalización / fantasía 

¿Qué sucede si el narcisista no tiene éxito, si debe enfrentarse con fracasos personales y humillaciones sociales? ¿Qué sucede si los acontecimientos derriban su mundo ilusorio de eminencia y superioridad? ¿Cómo se comporta, qué mecanismo utiliza para curar sus heridas? Mientras aun confían en sí mismos, los narcisistas son excelentes racionalizadotes de sus dificultades y encuentran coartadas que los sitúan en posiciones favorables a pesar de los evidentes obstáculos o fracasos.

Si las racionalizaciones fallan, suelen sentirse rechazados, avergonzados y experimentan sentimientos de vacío. Los narcisistas disponen de pocos recursos aparte del solaz en la fantasía. A diferencia de la personalidad antisocial, la mayoría de los narcisistas no han aprendido a ser implacables, competitivamente asertivos y agresivos cuando se ven frustrados. Tampoco han aprendido las estrategias seductoras del histriónico para solicitar recompensas y protección. Si fracasan en la consecución de sus objetivos y no saben qué hacer, tienden a volverse hacia sí mismos en busca de bienestar y consuelo. Es en tales ocasiones cuando su enorme capacidad para la imaginación entra en juego. Estos procesos superficiales les permiten crear un mundo fantástico en el que pueden redimirse y recuperar su orgullo y status. Dado que los narcisistas no están acostumbrados al autocontrol ni a las pruebas de realidad, su imaginación vaga libremente para maquinar intrincadas resoluciones a sus dificultades.

Lo que el narcisista no es capaz de resolver mediante la fantasía es simplemente reprimido, eliminado de la conciencia. Como ya se digo, los narcisistas inventan coartadas, excusas y “pruebas” que parecen plausibles y consistentes, y llegan a convencerse de su talla y perfección. Ofrecen racionalizaciones prácticamente insostenibles, aunque con menos confianza y autoridad. No obstante, pueden no haber aprendido nunca a manejar el engaño público, ya que siempre dijeron e hicieron lo que quisieron al margen de lo que pensaran los demás. Por tanto, estas racionalizaciones pobremente concebidas tal vez no les proporcionen alivio y, lo que es más grave, pueden suscitar el escrutinio y el desprecio de los demás. En estas ocasiones, el narcisista es empujado a utilizar la proyección como mecanismo de defensa, así como para empezar a construir lo que posteriormente serán ideas delirantes primitivas.

 

Estado de ánimo/temperamento: despreocupado 

Presentan un aire general de indiferencia, de imperturbabilidad, de tranquilidad fingida. Su afecto, aunque basado en distorsiones grandiosas de la realidad, suele ser relajado, incluso alegre y despreocupado. Estimulados por su imaginación, los narcisistas experimentan un completo sentido de bienestar en su vida diaria y muestran una apariencia optimista y un ánimo boyante, excepto cuando se ha deteriorado su sentido de superioridad. Cuando su autoimagen se ve dañada, son vulnerables a manifestar reacciones emocionales intensas y extremas. Así, pueden responder con fuertes sentimientos de ofensa o enfado incluso a pequeños desastres, rechazos, desafíos o críticas. Como consecuencia de ellos, se toman muchas molestias para evitar exponerse a experiencias de este tipo, pero cuando no consiguen evitarlo, tienden a reaccionar con ira, rabia o contraatacando de forma desafiante. Pueden experimentar, además, un episodio depresivo, que suele ser el desencadenante de la búsqueda de ayuda clínica.

 

Melina Villalonga
Psicóloga | Matrícula 4027
Directora de AREAP
Terapeuta cognitivo
Sexóloga y Educadora Sexual
Docente del seminario “Psicoterapia Cognitiva” en la Facultad de psicología (UNR)
melinavillalonga@hotmail.com

 

Julio de 2013

 

Bibliografía 

Aaron T. Beck, Arthur Freeman & otros. Terapia cognitiva de los trastornos de personalidad. Ediciones Paidós Ibérica, S.A., 2005

Millon, Theodore & Davis, Roger D. Trastornos de la personalidad. Más allá del DSM-IV. Primera edición 1998. Reimpresiones 1999 (2), 2000, 2003, 2004. Barcelona: Editorial Masson.

Amparo Belloch & Héctor Fernández Álvarez – Trastornos de la personalidad. Editorial Síntesis S.A., 2002

American Psichiatric Association. Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales IV.